En la química, numerosas operaciones comienzan mezclando ingredientes en un disolvente. A veces es agua, pero con mayor frecuencia se trata de disolventes como éter (inflamable), cloroformo (tóxico) o benceno (cancerígeno).
A menudo, los disolventes usados en la industria representan un riesgo para la salud humana y el medio ambiente, y su gestión responsable tiene un costo considerable.
Aunque es bien sabido que la acción mecánica puede romper enlaces químicos, resulta mucho menos conocido que también se puede utilizar fuerza mecánica para sintetizar nuevos materiales y compuestos químicos. En los últimos años, el referido proceso de molienda química se ha vuelto cada vez más popular en la producción de estructuras químicas muy complejas. En dicha síntesis, se agitan bolitas de acero con los reactivos y catalizadores en un recipiente que vibra con gran rapidez. Las transformaciones químicas se producen en los lugares en que colisionan las bolas, donde el impacto genera puntos localizados de presión y calor significativos durante un instante. Esto es difícil de incorporar en modelos digitales y, sin acceso a monitorización en tiempo real de la reacción, es muy poco lo que se ha podido averiguar de los entresijos de la mecanoquímica.
Fuente: noticiasdelaciencia.com
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